Hay veces que me encanta determe, y mirar. Me encanta estar con mis amigos, determe un poco y mirarlos mientras hablan y se ríen. Me encanta estar con mis primas, detenerme y verlas, ver cuanto crecieron, cuanto cambiaron, pensar en lo que eran y lo que son. Me encanta detenerme y ver a mi familia hablando de sus anécdotas e historias familiares, darme cuenta de todo el tiempo que pasó y ahora las raíces del árbol familiar recaen en mi hermano y yo. Me encanta darme cuenta de lo unidos que somos.
Otras veces me pasa como esta semana. Cuando te parás a mirar y te das cuenta de que las cosas no están como deberían. La cantidad de personas que aparecieron y desaparecieron, que parece que no estaban pero en realidad, siempre estuvieron ahí. Las que me traen recuerdos que prefería borrar, y las que siempre estuvieron.
Me detuve a mirar y me dí cuenta que las cosas pasaban y yo estaba acá, igual. Sentía que no cambiaba con ellos. Resolví las situaciones de manera impulsiva y sin pensar. Cuando me quiero dar cuenta, no soy la persona que esperaba.
Toda la gente que me rodea forman parte de mi vida, y todas mis actitudes frente a esas personas conforman quien soy yo. Mis actitudes esta semana, no se llevaron ningún premio.
Soy una de las personas más egoístas que conozco, aunque no lo demuestre, soy histérica y soy sensible. Soy muy poco fuerte, pero sé perfectamente como cagar a los demás. Soy consiente, pero no lo puedo cambiar. Supongo que por eso ayudo a los demás.
Se supone que uno al darse cuenta de esto, puede cambiar las cosas. Pero es casi como la gente dice 'empiezo la dieta el lunes'
Soy una de las personas más enojadas que conozco. Enojada con todo. Por eso soy una de las personas más calentonas que conozco. Soy tan fácil de cansar. Tan fácil de agobiar. Y al mismo tiempo, suelo ser tan agobiante.
A veces pienso que soy un espejo. Es como cuando levantas la mano izquierda y se ve del lado derecho. Soy el perfecto ejemplo de la palabra antónimo.
