Miro el reloj. Faltan 20 minutos para que el módulo termine. La hora no se pasa más. Y no es que yo este haciendo mucho, no, de hecho mi hoja refleja la atención que le presto a la profesora de química y todo lo que entiendo de la materia. Un dibujo en blanco y negro invade la hoja en mi cuaderno. Eso es prácticamente todo lo que hago en sus clases, no es que lo encuentre muy complicado o nada por el estilo, pero es lo que suelo hacer cuando no presto atención en las clases, me pierdo en mi mundo, pienso en música, me ensimismo y dibujo. Mi dibujo se basaba en varias figuras sin formas concretas, aunque si se puede ver una boca, y tal vez algún fuego. Sí, ni yo sabía que estaba dibujando, era bastante sombrío de alguna manera.
Cada vez que miraba el reloj, la hora era la misma, parecía que los minutos no pasaran, parecía que estaba decidida a ser una clase eterna de química, que horror. De a ratos me distraían de mi dibujo los problemas de la profesora con mi compañero de curso, o las charlas de mis compañeros de banco. Yo sólo quería irme afuera. El día estaba lindo, no hacía frío. Quería salir. Me dediqué a pensar que me diría la profesora si viera de que manera me aplico a sus clases. Probablemente me odiase por no escucharla o no tener mis fotocopias. Mucho no me importo, caretear no es algo que me falte exactamente. Seguí concentrándome en mi dibujo, me di cuenta que a pesar del miedo que tenía de arruinarlo todo, seguía dibujando cosas nuevas, agregando detalles. Creo que esto en algún punto me calmo. En un momento levanté la cabeza y me dí cuenta que la profesora ya se había dado por vencida con la clase, aún así faltaba para que la clase terminara. Me sentía abrumada. Pero en el momento menos esperado, sonó. Ese sonido que te saca un peso de encima, el que todos estamos esperando, el timbre. En ese momento entró mi preceptor a decir que la siguiente profesora había faltado. Ahí supe, este no podía ser un día más 'light'.